LA SINFONÍA DE MI VIDA

    Si conoces algo de mí, sabrás que soy apasionado y qué me gusta hacer cosas diferentes, pero si me preguntas cuál es una de mis más grandes pasiones sin dudarlo te diré que es la música.

    Amo la música y lo que puedo transmitir a través de ella, me encanta cómo los sonidos pueden alterar las emociones. Una melodía suave y melancólica fluye de mis dedos mientras me siento al piano, una extensión de mi ser, una herramienta de expresión que me permite explorar las profundidades de mi alma. A medida que la música llena el espacio a mi alrededor, veo mi vida desplegada en cada nota, cada arpegio, cada acorde. De la misma manera que una sinfonía se compone de una variedad de movimientos y temas, mi vida se compone de una serie de experiencias y emociones, cada una añadiendo a la sinfonía de mi existencia.

    Dicho esto, quiero compartirte algo que he aprendido, creo que todas aquellas cosas que nos apasionan deben aportarnos un crecimiento, en mi caso, con la música he obtenido un crecimiento tanto personal como espiritual, y he recibido muchas enseñanzas de vida que hoy puedo comparar con una obra musical, cómo por ejemplo lo sublime que es escucharla y lo frustrante que puede resultar producirla.

    Una de las características que tiene la música es que muchas veces al producirla ella misma toma su rumbo y si has aprendido a dejarte llevar por ella puedes obtener un resultado satisfactorio. A menudo tiendo a comparar la música con mi ritmo de vida, y así he podido sosegar algunas eventualidades. Como dije antes, la música puede mover las emociones y esto tiene que ver con su dinámica, sus movimientos, sus silencios, su intensidad y otras cosas más. Como en la música, también en la vida hay una dinámica que debemos aprender a interpretar, hay momentos críticos y hay momentos sublimes. En ocasiones estamos sumergidos en un círculo que parece interminable hasta que llega su resolución. Los silencios apoyan una belleza especial a una obra, y así debemos interpretarlo en nuestro diario vivir, debemos entender que las pausas son necesarias, las pausas nos ayudan a descansar, meditar, reflexionar y cobrar ánimo para continuar con más fuerza hacia los nuevos desafíos e imprevistos.

    En la perenne composición de mi vida, la cual se escribe día a día, como una gran partitura interminable, llena de una dinámica impresionante, capaz de despertar aun lo más profundo y noble de mi vida, y en otras ocasiones; hacer dormir al ogro. He podido contemplar como se ha relacionado mi camino con una obra sinfónica.

    Movimiento 1: Adagio – La infancia y la inocencia

    Al igual que la suave introducción a una sinfonía, mi vida comenzó con una dulzura y una inocencia parecidas. Aprendiendo a andar, a hablar, a interactuar con el mundo que me rodeaba, cada día era una nueva aventura, una nueva melodía a explorar. Los silencios aquí no eran de vacío, sino de esperanza y de posibilidades.

    Movimiento 2: Allegro – La adolescencia y la búsqueda

    Luego vino la adolescencia, un allegro apresurado y a veces discordante. Fue una época de búsqueda, de experimentación, de ensayo y error. Al igual que un compositor probando diferentes armonías y disonancias, estaba buscando mi propio camino, intentando definir quién era y qué quería ser. Los silencios aquí eran a veces incómodos, a veces reflexivos, pero siempre necesarios.

    Movimiento 3: Andante – La adultez y el reconocimiento

    El ritmo de mi vida se ralentizó un poco cuando entré en la adultez, un andante sereno y meditado. Este es el momento de la vida en que uno comienza a comprender verdaderamente el valor de los silencios, las pausas en el ajetreo y el bullicio de la vida que permiten la reflexión y la introspección. Aquí, comencé a entender que no necesito llenar cada momento con sonido y acción; que los silencios pueden ser tan significativos como las notas.

    Movimiento 4: Allegro con fuoco – La madurez y la aceptación

    Y finalmente, llego donde estoy ahora: la madurez. Un allegro con fuoco, apasionado y lleno de vida. He aprendido a bailar con la música de la vida, a dejarme llevar por sus ritmos y melodías, a no temer los silencios, sino a acogerlos como momentos de reposo y de renovación.

    Sin embargo, aún no termina, no se detiene. El proceso de transformación es único para cada persona, y cada quien tiene la capacidad de interpretar su vida e identificar sus procesos para ubicarse en el gran “Aquí y Ahora”. Pero debemos entender, que aunque perseguimos el “ser mejor” no negamos las flaquezas, las debilidades, los momentos turbios que siguen apareciendo en la pieza, las notas que insisten en causar disonancias y tensión emocional, sin embargo, la madurez que hayamos alcanzo nos ayudara a interpretar y vivir el momento de la mejor manera.

    Lo hermoso de la música es que cada detalle cuenta, es importante y vital para entregar el mensaje. La música no se desespera ni trata de terminar antes de tiempo, simplemente se enlaza con el tiempo en un romance donde se convierten en uno para crear estabilidad, comodidad, etc.

    Todo proceso lleva su tiempo, ninguno es igual, y si no entendemos que debemos amar el tiempo dentro del proceso, viviremos sumergidos en una constante ansiedad que afectará nuestra paz significativamente, traerá inestabilidad y desesperación y a corto plazo, la frustración. Y en casi todos los casos, estás consecuencias hacen que termines abandonando el propósito, hacen que te alejes de tu visión y casi siempre tergiversan el consejo, alejándote así de las personas que te han apoyado.

    Cada uno de estos movimientos, cada uno de estos capítulos de mi vida, ha sido esencial para formar la sinfonía que soy hoy. Y, aunque no siempre he sido el mejor director, he aprendido a apreciar cada nota, cada silencio, y a reconocer la belleza de la música que estoy creando.

    La sinfonía de mi vida sigue siendo escrita, y a medida que cada nuevo capítulo se desarrolla, espero seguir aprendiendo, creciendo y haciendo música con las experiencias y emociones que me da la vida. Porque al final del día, todos somos músicos en esta gran sinfonía de la vida, cada uno tocando nuestra propia melodía, cada uno contribuyendo a la gran orquestación del universo que se expande hasta los confines de nuestra existencia.

    Este es el tiempo para ti, si sientes que vas muy apresurado solamente debes hacer una pausa, reflexionar, cobrar fuerzas y continuar. No permitas que la ansiedad y la frustración destruyan tus planes, tus metas ni tus sueños, debes equilibrarte así como la música, entendiendo los momentos críticos, pero sin quedarte allí, disfrutando los momentos felices, pero sin quedarte allí, avanzando siempre, teniendo en cuenta que aunque la vida tiene su ritmo no puede someterte, tú eres la pluma del escritor de historia más grande que existió, existe y existirá, por lo tanto, debes saber que todo va a estar bien, nadie robara tu propósito, nadie puede destruir tu destino. Levántate, toma tu vida y conviértela en la mejor canción, en el mejor mensaje de inspiración, haz que tu historia sea cantada por otros, haz de tu historia la mejor sinfonía que se haya escuchado.

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